Un homenaje a
Antonio Machado,
que fue,
en el
buen sentido de la
palabra, bueno.
Antonio García Teijeiro
Anoche cuando dormía
soñé con montes azules,
veredas y campos verdes,
con ruiseñores y nubes.
Soñé que el agua era fina
y que el cielo era sombrío;
soñé con sierras mojadas,
con regatos y con ríos.
Soñé con pardos trigales,
con tardes llenas de abril,
con margaritas inquietas
que nacen de mil en mil.
Mas yo buscaba unos ojos
en medio de tanto sueño,
unos ojos de aguanieve,
claros, hondos y serenos.
Y soñé, seguí soñando
con algo, con todo y nada,
pero no pude encontrar
los ojos que yo buscaba.