Antonio García Teijeiro: Un clásico con ojos de niño

domingo, 17 de abril de 2011

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A mí todo el que escribe con honestidad me 
merece respeto, porque todos estamos para sumar
 y entre todos hacemos ese libro inmenso 
de la vida, es decir, de la literatura. 

En el pensamiento de los antiguos pueblos mesoamericanos los seres que estaban en el fundamento de la realidad eran los Creadores, también llamados los Dadores. Decir que eran dioses sería, en nuestro discurso actual, remitirlos a un más allá alejado de lo humano.
Y nada más cercano que esos Creadores en continua ofrenda, de esos Dadores en creación continua, en lluvia ininterrumpida de sí.
El poeta gallego Antonio García Teijeiro participa como pocos de esta característica que es humana más que divina. Pero humana con mayúsculas y con actividad. Humana con Poesía.

Creador, Dador, Antonio García Teijeiro nos ha llenado de poemas como las ramas de un árbol se llenan de aves. Recorrer su biliografía es un asombro, por la cantidad de libros publicados y por la originalidad que entraña cada uno, desde el compromiso con la contemporaneidad en Lo que ven los ojos de los niños hasta la ensoñación toda libertad en Todo es soñar, desde el espíritu lúdico de sus Bolboretas no papel hasta la reflexión existencial en As palabras están a mirarse arredor da mesa...

Versos que vuelan, palabras que navegan, poetas que renacen y sonríen en las páginas que a ellos dedica Antonio. Amor y fidelidad y eternidad para Machado, Federico, Celso Emilio, páginas de oro que vuelven al pasar las páginas del libro que Antonio escribe y que nos invita a escribir con él, en ese su "Todos somos poetas" genuinamente pronunciado, encarnado en cada palabra y en cada acto, en cada afirmación:

"A mí todo el que escribe con honestidad me merece respeto, porque todos estamos para sumar y entre todos hacemos ese libro inmenso de la vida, es decir, de la literatura. Nunca utilizaré lo que escribo para considerarme superior a nadie".

Dice Antonio que cuando en Galicia los estudios lo nombran un "clásico de la LIJ" le da risa. Tomando nota de su sencillez y modestia,  desde esta otra orilla americana, los que hemos tenido la fortuna de que nos llegue su palabra, así lo percibimos: como un sencillo clásico, un clásico que ha conservado la inocencia y la alegría de crear, de dar, de darse... Un clásico con ojos de niño.
María García Esperón

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